lunes, 18 de enero de 2010

Un extraño en mi cama

Llegar y no verte, o peor aun, llegar y verte como un extraño; un extraño en mi cama, que duerme junto a mi sin conocerme, sin mirarme, sin hablarme.
Y ahora, despertar sola a la mañana, sin el menor dato de regreso; sin un adiós o despedida que llegue a fundirse en mi sueño o en la difunta esperanza de tenerte todo el día.
La lúgubre luz de enojo no fundamentado, hiriente y no correspondido, pero acosado por el miedo. En una suprema distancia que se eleva en la cercanía de estar en el mismo colchón, divididos por la almohada… pero desaparecida por el falso reflejo de tu presencia junto a mi; y tu actitud de indiferencia a mi llegada; todo inundado por la lagrima que poco a poco ahoga en silencio y suicida con presagios el misterio de tu partida…

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