Tantas veces alimente mi orilla magistral de subjetividades, fui barro derretido de insignia fugaz, desperté del transe repentino impertinente de tan antiguos abstractos clandestinos, esos tuyos y míos dispares, discordes, divergente opacidad. Pero tras ajenas construcciones soy volcán dormido de asperezas provocadas, las tuyas que ensangrentaron mi real suplicio a protegerte por encima de todas las cosas... Que magnificaron y subestimaron tus encantos de escénica posesión oscura e imposibilitada redención... Adición... Compasion.
No despliegues tu sumisa letra de acomodo, de reproche enmascarado, de altibajos compensados de nostalgia... Tiempo... Y del tiempo comprendido el perecido de amuletos, de falacias y lamentos... Por creerte, entenderte, de evitame por alarde... Cobarde... Tarde... Tarde lo roto de mi ahogado ensamble de memoria innesesaria, de atea complicidad...
viernes, 5 de noviembre de 2010
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