lunes, 27 de diciembre de 2010

Prólogo de una máscara... silencio

No hay un rostro, sino todos los rostros que se asoman por los resquicios de los silencios entrecortados. No hay una máscara, sino todas las máscaras que rompen el silencio para ocultar lo que es imposible revelar; pueden ser mil o una que es todas las que en su gesto inerte muestran las muecas ocultas, los gestos sutiles, las miradas furtivas, los dardos punzantes de la insinuación silenciosa que abren las membranas del ser para ocultarse o detonar en pulsiones internas, en espasmos contusos, en abismos de tiempo y piel-espacio que se expanden por la cavidad del deseo.


Entonces, ¿quiénes somos en realidad?; detrás de la máscara el trágico representa su drama de pasiones cósmicas, de colisiones internas, de búsquedas, de sueños exhumados en la fosa del tiempo, ahí donde se anuló el significado que negamos darle a lo vivido.


Y el drama deja de ser el ser o no ser...y se invierten los códigos en el coro de las voces que anuncian el existir multiforme del cuerpo, que es otro cuerpo, que son todos los cuerpos que de aromas, abundancias y sentidos se conforman, se deforman; se interpretan en la partitura… siempre en la partitura, siempre reescrita en las noches, en los cuartos, horas y días en que se colisionan sus destellos de luz y sombra luminiscente…

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